Hay una frase que me gusta muchísimo de una de mis películas favoritas:
“La vida no se trata de cuán fuerte golpeas, sino de cuán fuerte seas golpeado y no caigas” – Rocky.
Si, es una película. Pero el mensaje es real, te hace pensar y es lo que muchas veces pasa. Nos damos vuelta la chaqueta, frustrados, y seguimos nuestro camino obviando lo que realmente queríamos como si fuese una especie de trofeo inalcanzable para tí.
Queremos todo más rápido que antes: nos llega un mensaje y tenemos como esa “necesidad obligatoria” de responderlo al segundo. Con los objetivos pasa un poco lo misma cosa. Si no vemos el resultado en la primera semana, la frustración llega y comenzamos a cuestionarnos si “esto es para nosotros”, decidiendo dar un pare y muchas veces rindiéndonos ante el primer intento. Y lo que es peor, comenzamos a preguntarnos:
¿Esto es para mí?
¿Y por qué a mi?
¿He hecho todo bien y no me sale, no me llaman, no mejoro?
Son interrogantes que nos hemos hecho alguna vez. Hacemos la vista a un lado, creyendo que no era para nosotros, echamos la culpa a las empresas que no saben lo que quieren (si se trata de algo laboral) o simplemente a la vida de que es tan “injusta” contigo. Pero obviamos lo principal: Muchas veces, y grábatelo en la cabeza, no depende de ti. Si no que no era tu momento y esa no era la oportunidad que estabas esperando.
Soy muy creyente de la visualización y manifestación. Pero también del trabajo duro, la preparación y la constancia que uno debe ponerle a “la cosa”. No voy a venir a darte cátedras estilo “CEO” de que todo me ha resultado y que tengo una suerte del porte de un buque. Porque no, al revés, me frustró como un niño sin teléfono/móvil. Pero es aquí donde puedes hacer el diferencial, y te invito a hacerlo, porque hay 2 personas en este mundo:
Las que tienen suerte sin hacer nada
Las que tienen suerte cuando se preparan
Como decía el filósofo romano Séneca:
“La suerte es cuando la preparación se encuentra con la oportunidad.”
La oportunidad va a llegar. No te rindas, sigue adelante, aprende y prepárate, porque el camino al “éxito” es más difícil que la cresta. Y si necesitas un empujoncito, contáctame sin compromiso.
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